Los valores son muy importantes en el día a día de mayores y pequeños para garantizar una buena convivencia en sociedad. En el cristianismo existen una serie de virtudes que se consideran algo así como la brújula moral del hombre y son llamadas virtudes cardinales.
“Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad”.
Filipenses 4:8
Estas virtudes son las denominadas virtudes cardinales o virtudes morales y su razón de ser reside en mantener cierto orden social y la calidad de las relaciones humanas gracias al esfuerzo de las personas por intentar formar parte de un cambio en beneficio de la sociedad. Se encuentran asociadas a las virtudes teologales y son consideradas una especie de remedio a las cuatro heridas humanas producidas en el pecado original.
Se considera que Dios sembró en nosotros estas virtudes cardinales y dejó que fuéramos los encargados de desarrollarlas con empeño y voluntad.
Son la prudencia, la justicia, la fortaleza y la templanza.
La primera de las virtudes cardinales es la prudencia.
Definición: Esta virtud se puede definir como la capacidad de reflexión de las personas antes de actuar de manera impulsiva, violenta o desagradable para los demás, pudiendo pensar así cuál es la manera correcta de actuar. Se trata de estar en un período constante de reflexión e interiorización de las consecuencias de nuestros actos.
Su práctica abarca tres elementos esenciales: pensar con madurez, decidir con sabiduría y actuar para hacer el bien.
Definición: La virtud de la justicia consiste en la voluntad de que cada uno reciba lo que merece o le corresponde.
Esta virtud cardinal abarca nuestra relación con Dios, con la sociedad y con el prójimo. Siendo una persona justa aquella que es capaz de respetar el derecho de propiedad, fama y honra de otros así como de respetar a las figuras de autoridad que se presentan delante de sí.
Definición: Virtud que da fuerza al alma para superar obstáculos difíciles que se nos presentan en la vida al perseguir el bien sin abandonar la palabra del Señor sin retroceder. Así como controlar la audacia para evitar la temeridad.-
Abarca dos elementos: atacar y resistir. Comprendiendo el término `atacar´ como un impulso para conseguir nuestras metas en la vida y resistir a la desesperanza y al temor soportando incluso la muerte si fuera necesario antes de dejar el camino del bien.
Definición: La última virtud cardinal es la capacidad de evitar o moderar los placeres de la carne, la bebida y los apetitos desordenados en relación con la comida anteponiendo la racionalización de nuestros pensamientos.
Los medios para su realización son: la sobriedad, la abstinencia, la castidad y la continencia.
Esperamos haberte ayudado a comprender estas valiosas virtudes que nos otorgó Dios.
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