“Nadie que haya dado lo mejor de sí mismo lo ha lamentado” solía decir George Halas, que al igual que nuestro protagonista Paul Averhoff observaba la vida desde una óptica optimista e incansable, teniendo como único objetivo esforzarse para conseguir sus propias metas sin permitirse frenar.
En definitiva, vivir sin parar.
A todos en algún momento de nuestra vida nos han dicho lo que “no podemos hacer" y, desde el punto de vista que nos ofrece Kilian Riedhof, esto solo debe motivarnos a perseguir nuestros objetivos con una ferocidad aún mayor.
Vivir sin parar nos muestra una visión realista sobre cómo el esfuerzo, las ganas de luchar por nuestros sueños y la capacidad de creer en uno mismo pueden llevarnos hacia nuestros objetivos.
Paul Averhoff fue una leyenda como corredor de maratón. Pero los días de gloria han pasado. Ahora tiene más de 70 años y vive con su esposa Margot en un hogar de ancianos donde para entretenerse solo puede elegir entre el coro o las clases de manualidades. Y no aguanta más. Como terapia se calza sus viejas zapatillas y ante el asombro de compañeros y cuidadores empieza a correr a diario por el parque de la residencia dispuesto a prepararse para la maratón de Berlín y repetir viejas hazañas.
Dentro del internado para ancianos, Paul entrena con más entusiasmo que nunca aunque los demás se rían de él. Con su empeño consigue el apoyo incondicional de “casi” todos sus vecinos de residencia. Pero las circunstancias propias de su edad le hacen caer en una gran depresión. Tendrá que buscar fuerzas para recuperar la ilusión, alcanzar su objetivo y cumplir la promesa que ha hecho a Margot.
A veces, queremos conseguir nuestros sueños demasiado deprisa. En muchas ocasiones nos sentimos decaídos o sin ganas de continuar.
Cuando esto ocurre, el camino “fácil” es tirar la toalla y quedarnos en nuestra zona de confort. Siempre habrá piedras en el camino que vamos a querer saltar pero que, por mucho que lo intentemos, inevitablemente nos harán tropezar. Y no está mal. De eso se trata la película Vivir sin parar.
Las circunstancias tal vez no sean las mejores, tal vez nosotros mismos no podamos dar nuestra mejor versión en un momento determinado, pero la vida es prueba y error. Caer y levantarse.
"El triunfo del verdadero hombre surge de las cenizas del error”.
Pablo Neruda
En Vivir sin parar Paul Averhoff supera sus límites una y otra vez demostrando así que incluso una persona de su edad, puede volver a recuperar la ilusión por vivir. Y no sólo eso, sino que nos recuerda que ellos también tienen derecho a querer hacerlo, consiguiendo así que el espectador empatice con él, olvidándose de lo reglamentariamente establecido como algo “imposible” y siendo capaz de ver a una persona apasionada que no se rinde ante la adversidad.
Representa de forma muy distinta a un sector de la población que debe enfrentarse día tras día a la incertidumbre, impotencia e incluso al miedo porque no dejan de recordarles constantemente que existe un final. Pero nuestro protagonista se niega rotundamente a aceptarlo, rompiendo los esquemas de sus compañeros. En la mayoría de los casos, para bien.
¿Conseguirá finalmente romper todas las barreras físicas y psicológicas que lo acompañan? ¿Cumplirá la promesa que le hizo a Margot? ¿Cuál será su nueva motivación para continuar? ¿Podrá, por fin, vivir sin parar?
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